Capítulo 1 - El agobiante arte del soneto

Introducción

Estimados amigos, desde aquí intentaremos explicar en 7 breves capítulos lo necesario para componer ese tipo de poema sublime, el príncipe de los poemas, al que llamamos soneto. Ante todo, y sin lugar a dudas podemos decir que:
Un buen soneto comienza por unos conocimientos sólidos.
El soneto es una de las estructuras poéticas más usadas prácticamente y en forma ininterrumpida desde hace nueve siglos y, sin lugar a dudas, una de las más elegantes, con mucha vitalidad aun hoy día.
No es una tarea fácil porque en el soneto quizás se concentre buena parte de toda la técnica poética, en tan sólo 14 versos, lo que implica mucha destreza técnica, y mucha capacidad de síntesis para lograr en tan exiguo espacio un resultado aceptable.
Aclaramos que, la composición de sonetos, es un arte en todo sentido muy rígido. Hay una pléyade de reglas a cumplir que, aunque bien fundamentadas, pueden resultar agobiantes. No seguirlas implica, o bien hacer algo que no es un soneto o, aún peor, un mal soneto. Así que, si no te das con estas cosas y preferís el infinitamente bello jardín de componer sin reglas: bien por vos, pero este no será tu lugar, porque sólo obtendrás enojo y frustración, así que huye mientras puedas.

Una breve Historia del soneto

La palabra soneto viene del italiano “sonetto” con el mismo significado. Al italiano llega desde el provenzal “sonet”, que un diminutivo de “son” (canción, canto), o sea “cancioncita” o “cantito” y originalmente procede del latín “sonus” (sonido, tono, ritmo, sonoridad).
El soneto nace en Sicilia a comienzos del siglo XIII y es Giacomo da Lentini, un notario del emperador Federico II, uno de los primeros sonetistas conocidos, sino el primero. De allí pasa a la Italia continental y son entre otros el Dante y Guido Calvacantti, ya pasada la mitad del siglo XIII, quienes lo desarrollan. Es, sin embargo, Petrarca en el siglo XIV que lleva el soneto a una exquisitez y elegancia antes no vista, fijando el canon con su obra “Cancionero” donde aparecen 317 de estos poemas.
En España es el Márquez de Santillana en el siglo XV quien lo introduce, no obstante, son Garcilaso de La Vega y Juan Boscán quienes lo desarrollan satisfactoriamente a comienzos del Siglo XVI. Los poetas del siglo de Oro lo cultivaron como una de sus estructuras favoritas. Encumbrados son los sonetos de Quevedo, Góngora o Lope de Vega, entre otros. Un poco cae en desuso con los neoclásicos del siglo XVIII y los románticos del siglo XIX, pero los modernistas del siglo XX con Rubén Darío a la cabeza, no sólo lo rescatan, sino que exploran nuevas formas. Neruda y Borges han sido dos de los poetas posvanguardistas notables que lo han abordado.
Así llegamos al día de hoy, en el que goza de buena Salud y casi todos los poetas, en algún momento de su carrera, ensayan este difícil arte, generalmente a los ponchazos, es decir tras mucha frustración previa.

Estructura

Consta de 14 versos de arte mayor endecasílabos, es decir de once sílabas métricas, divididos en cuatro estrofas -dos cuartetos y dos tercetos. La rima debe ser consonante, por lo cual coincide su fonética de forma exacta a partir de la última vocal acentuada -a diferencia de la menos estricta asonante, que exige que solo coincidan las vocales-. El patrón de rima más frecuente es ABBA ABBA CDC DCD, lo que significa que los cuartetos riman el 1ro con el 4to verso, y el 2do con el 3ro; los tercetos riman 1ro con 3ro y 2do del otro terceto, por un lado, y 2do del primero con 1ro y 3ro del segundo, lo que se llaman tercetos encadenados (forma creada por el Dante). Sin embargo, hay muchas otras variantes. La imagen de abajo muestra la estructura típica del soneto:
Si no entendiste lo que dije, no desesperes, a lo largo de estos capítulos, vas a descubrir estas cosas, y si lo entendiste mejor, señal de que parte de este arte ya lo tenés y todo será más fácil.

Temática y contenido

Las temáticas que aborda el soneto son diversas y nada restrictivas, aunque principalmente: el amor, la ironía o la burla, la filosofía y la metafísica. Lo que es claro que un soneto, para llamarse tal, no debería ser nunca trivial, ni excesivamente descriptivo o cinematográfico, más bien debería abordar el tema desde las profundidades humanas en toda su compleja variedad.
 La distribución del contenido tampoco es estricta, aunque es aceptado que el primer cuarteto debería presentar el tema del soneto, el segundo amplificarlo o desarrollarlo. El primer terceto reflexionar sobre la idea principal, o expresar algún sentimiento respecto de ella. El segundo terceto - el más emotivo-, remataría con una reflexión o un sentimiento profundo sobre lo expresado en los versos anteriores. De esta manera, el soneto clásico presenta una introducción, un desarrollo y un desenlace -que da justificación al poema- tal y como la estructura definida por Aristóteles, pero en tan sólo 14 versos.
En el capítulo siguiente trataremos de explicar el verso y la estrofa.

Epílogo

Terminamos este capítulo con un malévolo Soneto de Quevedo del siglo XVII qué cumple todos los cánones:
  A uno que mudaba cada día por guardar su mujer

Cuando tu madre te parió cornudo,
fue tu planeta un cuerno de la luna;
de maderas de cuernos fue tu cuna,
y el castillejo un cuerno muy agudo

  Gastaste en dijes cuernos a menudo;
la leche que mamaste era cabruna;
diote un cuerpo por armas la Fortuna
y un toro en el remate de tu escudo.

  Hecho un corral de cuernos te contemplo
cuernos pisas con pies de cornería;
a la mañana un cuerno te saluda.

  Los cornudos en ti tienen un templo.
Pues, cornudo de ti, ¿adónde iría
siguiéndote una estrella tan cornuda?

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